Turquía fue, del 27 de septiembre al 5 de octubre, durante unos días el epicentro del baloncesto femenino mundial. Fue hace ya más de seis años, cuando una España que llevaba tras ganar el Eurobasket de 2013 en Francia como colofón a las legendarias carreras de Amaya Valdemoro y Elisa Aguilar, conquistaba la plata.
Lo hizo en un torneo mayúsculo de una generación dorada que se consagraba con una final mundialista previa a una plata olímpica, dos años después, en Río de Janeiro. Y para llegar a jugar ante Estados Unidos en 2014, se jugó un torneo sensacional. Japón (50-74), Brasil (83-56), República Checa (67-43) y China (71-55) fueron los escollos antes de que llegara la semifinal ante el anfitrión.
Turquía cedió por 10 puntos (66-56) ante un rival liderado por la incombustible Alba Torrens estuvo (28 puntos) y que se plantaba de esta manera en la primera final de una Copa del Mundo en su historia en un escenario a reventar con miles de gargantas gritando en su contra.
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